Historia de Hospitalet de Llobregat
Los primeros restos materiales de importancia encontrados en L’Hospitalet datan del siglo IV a.C. y corresponden a la cultura ibérica. Sin embargo, los primeros registros del asentamiento se remontan al neolítico con artefactos que demuestran la presencia humana en la zona del río Llobregat.
Se han encontrado objetos romanos que datan del siglo II a.C., como una decoración funeraria que representa la cabeza de Medusa, actualmente en el Museo Arqueológico de Cataluña.
Adopción de su nombre actual
Sin embargo, no es hasta el siglo X cuando aparecen referencias escritas a Provençana (el nombre original de la ciudad). En aquella época, los límites del territorio abarcaban una superficie que duplicaba la actual: al norte, se extendía hasta la sierra de Collserola y el municipio de Esplugues; al este, hasta Sarrià, Sants y el puerto, y al oeste, hasta el río Llobregat.
La comunidad adoptó su nombre actual, Hospitalet de Llobregat, en el siglo XVI, por el pequeño hospital que acogía a viajeros y peregrinos desde el siglo XII. Y fue declarada ciudad por Alfonso XIII en 1925.
La zona sufrió muchos cambios a lo largo de la historia, pero siguió siendo un pueblo hasta el siglo XIX.
El apogeo de la producción agrícola
El lugar contaba con unos 5.000 habitantes a principios del siglo XX. A principios del siglo XX, constaba de tres asentamientos urbanos diferentes, Centre, Sta. Eulàlia y Collblanc. La producción y la rentabilidad de la agricultura local experimentaron un pico en este periodo.
Una parte del municipio (900 ha) se perdió en favor del municipio de Barcelona en 1920. L’Hospitalet se convirtió entonces en un municipio eminentemente industrial, centrado en las industrias textil, metalúrgica, cerámica y de materiales de construcción durante la Revolución Industrial.
El segundo boom demográfico: la inmigración
En los años 60 y 70, durante la dictadura franquista, se produjo un segundo boom demográfico, provocado por la inmigración procedente de las regiones más pobres de España: sin embargo, esto no fue acompañado por la construcción de los equipamientos necesarios.
Desde entonces, el nombre de L’Hospitalet se ha convertido en sinónimo de lucha por una ciudad digna, de solidaridad con los necesitados y de acogida de todos los que buscan un futuro mejor.
El gran cambio
Con el regreso de los ayuntamientos democráticos en 1979, la ciudad empezó a cambiar. Se urbanizaron las calles, se crearon nuevos servicios, se construyeron escuelas, polideportivos, mercados, centros culturales y parques.
Una vez cubiertas las primeras necesidades, L’Hospitalet inició su segunda gran transformación a finales de los años 90 para convertirse en un municipio moderno, atractivo para las nuevas actividades económicas, con más y mejores transportes y servicios, un municipio de importancia central en el área metropolitana de Barcelona.